DESCRIPTIVO MURAL MIL AÑOS DE HISTORIA

Este mural se denomina MIL AÑOS DE HISTORIA. Fue creado por la muralista española Sara Chóliz, en un trabajo conjunto entre el Hogar de Día de Puerto Iguazú y el asesoramiento del equipo técnico de la DPHC1, plasmó la historia de Iguazú y la región en estos cuadros.

El primero de ellos refleja el modo de vida guaraní, con los diversos componentes del Tekoha, que es el lugar donde el modo de vida guaraní es posible. Es un espacio donde debe haber agua, selva y buena tierra para la agricultura2. En la actualidad existen 120 comunidades indígenas en la Provincia de Misiones, la mayoría con territorio insuficiente para que los guaraníes puedan mantener y desarrollar su forma de vida ancestral. Por ello muchos de ellos deben reclutarse como mano de obra rural, en zonas de producción forestal o agrícola donde habitualmente son explotados. Otros practican agricultura de subsistencia y producen artesanías para venderla en los centros urbanos o a la vera de las rutas.

El cuadro siguiente muestra la llegada del primero europeo a las Cataratas del Iguazú, el Adelantado y Gobernador del Río de la Plata, Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, que se encontró con ellas en el año 1542, en su viaje a Asunción. En sus Naufragios y comentarios (Calpe, 1922) relata que:

“E yendo por el dicho río de Iguazu abajo era la corriente de él tan grande, que corrían las canoas por él con mucha furia; y esto causólo que muy cerca de donde se embarcó da el río un salto por unas peñas abajo muy altas, y da el agua en lo bajo de la tierra tan grande golpe, que de muy lejos se oye; y la espuma del agua, como cae con tanta fuerza, sube en alto dos lanzas y más, por manera que fué necesario salir de las canoas y sacallas del agua y llevarlas por tierra hasta pasar el salto, y a fuerza de brazos las llevaron más de media legua, en que se pasaron muy grandes trabajos; salvado aquel mal paso, volvieron a meter en el agua las dichas canoas y proseguir su viaje, y fueron por el dicho río abajo hasta que llegaron al río del Paraná (…)”

El cuadro siguiente refleja la llegada y acción de los jesuitas de la Compañía de Jesús a la región, que luego de varios intentos fundaron la reducción Santa María del Iguazú, en el año 1626. Los padres Diego de Boroa y Pedro Ruyer fueron los religiosos que organizaron el pueblo. El hostigamiento de los bandeirantes paulistas, esclavistas que apresaban guaraníes para traficarlos en la costa de Brasil, determinó la necesidad de trasladar la reducción hacia regiones más resguardadas, en el sur. El éxodo se produjo en 1633 y a partir de la relocalización se fundó el pueblo de Santa María la Mayor.

Luego del fin de la experiencia jesuítica en 1767-1768, con la expulsión de la Compañía de Jesús, la región de Misiones entró en un periodo de decadencia y abandono, con un breve periodo de resurgimiento entre 1814-1816. En esta breve etapa los guaraníes misioneros alcanzaron la autodeterminación, con el liderazgo del Comandante General Andrés Guacurarí y Artigas, quien es representado en este cuadro, con la bandera utilizada durante las distintas campañas.

Las invasiones portuguesas y paraguayas de 1817 y 1818 marcaron un regreso a la decadencia anterior y una profundización de la misma al arrojar como saldo la total destrucción de los antiguos pueblos jesuíticos y la migración de su población hacia los limites con Corrientes.

En esta etapa la acción y gobierno de Andresito fortaleció la identidad de los pueblos y vislumbró la viabilidad de un proyecto federal para la región misionera, que se truncó con el apresamiento del caudillo en 1819 y la derrota de su padre político y militar, Gervasio Artigas, en la Banda Oriental3.

La madera

 El cuadro que sigue muestra una jangada, que era una armazón de troncos y vigas utilizada para transportar la madera desde los puntos de extracción, en el Alto Paraná, hasta los puertos del sur, como Rosario, Campana o Buenos Aires, donde se industrializaba la madera.

“El obraje de la firma Arrayagaray y Cía., que explotó los montes que son hoy Parque Nacional del Iguazú entre 1907 y 1920, bajaba mensualmente jangadas de 1200 y 1400 vigas de cedro, lapacho, peterebí, incienso y cañafisto, guiadas por un remolcador hasta el puerto de Campana, en la provincia de Buenos Aires.

Las jangadas que bajaban por el río Paraná navegaban de día y por la noche se las amarraba a la costa, evitando que constituyesen un peligro para la navegación. El paso más difícil era el de los saltos del Apipé y la dificultad de agravaba cuando el río estaba bajo. En tales circunstancias la jangada debía dividirse en secciones más chicas, que se bajaban de a una por vez y después de pasado el obstáculo se la volvía a armar para seguir viaje. Las jangadas estaban destinadas principalmente a los puertos de Corrientes, Rosario y Buenos Aires, pero ahora, por los reglamentos de navegación, no pueden pasar de Corrientes, desde donde la madera continúa su viaje por tren”4

En la región del Iguazú, la explotación de la madera fue significativa, especialmente a partir de principios de siglo, intensificándose en el período 1919-1925 con el obraje de Vicente Matiauda para los sucesores de Domingo Ayarragaray. Devoto y Rothkugel informan, en 1936, que “los preparativos de la explotación del actual Parque Nacional, fueron iniciados durante la última parte del año 1920, y estaban terminados en enero de 1921. En esa fecha se instalaron los primeros obrajes que se conocían con el nombre de “obrajes del Iguazú” y sólo existía entonces un camino que unía Puerto Aguirre con las Cataratas. En esos obrajes se explotaba solamente el cedro, lapacho, incienso y algún petereby, y como estos se encontraban aisladamente entre tantas especies que forman el bosque cerrado, surgió el problema de cómo se debía hacer para encontrar los árboles destinados a la explotación.

El equipo del obraje del Iguazú consistía en 64 alzaprimas, mas 600 a 800 mulas con su correspondiente peonada y personal de administración. Las “carrerías” eran instalaciones provisionales que consisten en dos o mas ranchos donde están establecidos los “labradores” de vigas que las labran en el monte y a veces cuando se trata de rollizos los labran en la “carrería”. Allí también se arreglaban las alzaprimas que se descomponían o se fabricaban nuevas, estando también los corrales de las mulas. Estas “carrerías”, a medida que la explotación de monte avanzaba, se cambiaban de lugar y se acostumbraba a enumerarlas para distinguirlas. Las alzaprimas costaban $ 250, y con arreos para seis mulas $ 500 cada una.

La explotación del bosque se terminó a mediados de 1927; de estos montes, la primera jangada fue despachada durante el mes de agosto de 1921, componiéndose de 294 vigas y 300 rollizos, con 298.000 pies de madera. Desde entonces hasta la fecha en que el Gobierno ordenó se efectuara esta investigación, la cual fue llevada a cabo durante los meses de enero a abril de 1926, se habían despachado 45 jangadas con un promedio de 600.000 pies cada una, de maderas de ley, formadas por 53.000 piezas, la mitad vigas y la otra mitad rollizos, con un promedio de 1.200 piezas por jangada y de 500 pies de madera cada pieza.

El número total de piezas, vigas o rollizos extraídos alcanzó aproximadamente 75.000, o sea una pieza por hectárea de 500 pies, equivalente a un rendimiento total de 37 millones de pies. El pie valía, puesto en la jangada en puerto de la propiedad, un promedio de $ 0,17, lo que daría un valor en bruto aproximado de $ 6.300.000 por toda la madera extraída, o sea $ 85 por hectárea. Si el 60 ó 50 % es el costo de la explotación de las maderas como afirmaron los propietarios, la ganancia neta habría sido de tres millones de pesos […]”5

Sobre uno de los obrajes más importantes de la zona, el obraje de Vicente Antonio Matiauda, relata el Ex Guardaparque José Gorgues que:

“(…) Matiauda era el obrajero más fuerte que tuvo el alto Paraná. Se dice que él tuvo más de mil carros alzaprima, cada carro era manejado por dos personas, y no había caminos feos con esos carros. Los carros traían las vigas, y se metían en cualquier lugar, por el barro, por más pantano que hubiera, no se quedaban. Con el látigo haciendo ruido, avanzaban. Cuando alguno se empantanaba, se ponían en fila dos o tres o cuatro y así los sacaban y seguían. […] En este aserradero habían cerca de tres mil personas, por la cantidad estimada de carros, aparte de eso tenían carpintería, taller mecánico aserradero y una cuadrilla para mantener la limpieza de obraje. El obraje de Vicente Matiauda se caracterizaba y destacaba por ser muy limpio. Y ud mira

hoy y el monte parece intacto, pero eso es porque se extraía solamente cuatro especies de madera: loro negro (peterebí), lapacho, incienso y cedro. Se sacaba esa madera, y luego la selva cubría enseguida las zonas cortadas, tapando las zonas explotadas. Ahora, si es una explotación masiva, si, se dejan claros muy amplios en la selva.

Cada semana [se extraía mucha madera]; salían de acá lo que se llamaban “catres”, un catre se componía de 200 vigas e iban 2 o tres catres, venia un remolcador, los amarraba, los llevaba y dejaba el Paraná. Desde allí eran llevados durante el día, hacia el sur. En el viaje, cuando llegaba la tarde, ya buscaban una zona donde amarrarlos, ya que no podían viajar de noche, por el peligro que representaban. Y así llevaban la madera de acá. Pero a cada rato estaban llevando dos o tres catres de madera […]”

La yerba mate

El mate es un símbolo, una tradición argentina muy particular y su forma tradicional de consumo es algo muy propio de Argentina. La imagen del cuadro refleja la importancia de la yerba mate en la región, desde la época colonial, en que los colonizadores españoles registraron el consumo de mate entre los indios guaraníes de la región de Guayra, Alto Paraná, en el siglo XVI.

En el siglo XVII las misiones jesuitas llegaron a región y a partir de entonces se inició el cultivo de yerba mate utilizando mano de obra indígena. Después de la expulsión de la orden en 1768, la región quedó abandonada y despoblada, aunque bajo la influencia del estado paraguayo de la época del dictador Francia. La nación guaraní era entonces detentora de una poderosa marina que patrullaba todo el Alto Paraná.

Misiones está ligada directamente a los intereses de los estados vecinos Paraguay y Brasil. Sólo un tiempo después de la guerra de la Triple Alianza, y de los nuevos acuerdos fronterizos esta región se integra definitivamente al territorio argentino y comienza a aparecer el interés por la explotación de la yerba mate en el Alto Paraná6.

La geografía de la explotación de la yerba no está restringida solamente a la región del Alto Paraná y del Alto Uruguay, el área que comprende el hábitat natural de la yerba se extiende casi hacia la costa atlántica sur brasileña. El estado de Paraná en el siglo XIX, es el mayor productor mundial de yerba, el área de explotación abarcaba casi todo el estado en un sentido este oeste, los molinos que procesaban la producción yerbatera paranaense estaban ubicados en la región de la capital Curitiba, y la yerba era exportada por vía atlántica a través del puerto de Paranaguá. Como consecuencia de la explotación yerbatera, una poderosa burguesía paranaense se consolida en Curitiba. Lo curioso es que la población de este estado brasileño no es una tradicional consumidora del mate, pero la yerba es de suma importancia para la economía paranaense, totalmente dependiente de la explotación yerbatera y de la exportación a su principal mercado consumidor: la Argentina.

Esta región, cercana al Alto Paraná, era una tierra de nadie, donde el tráfico imperaba, donde explotadores argentinos y brasileños practicaban contrabando, lejos de los poderes oficiales, o de forma arreglada con las escasas autoridades locales. Uno de los más famosos fue el argentino Julio Thomaz Allica, su zona de explotación llegaba cerca del área de los explotadores de Curitiba. También encontramos a Domingo Barthe, quien comercializaba yerba mate con particulares de la región (ver) y otros acopiadores. Esta área fronteriza era rica en yerbales naturales, lo que no sólo despierta la codicia de los capitalistas, sino también la de los intereses de los estados nacionales.

Era vital para el estado argentino tener control de estos grandes yerbatales naturales y con el inicio del ciclo de explotación de la yerba, Misiones empieza a cobrar un significado importante para la economía argentina. Los llamados pioneers, capitalistas argentinos o extranjeros, empiezan a adentrarse en la selva misionera para explotar los yerbales naturales. Eso significa la llegada de una lógica capitalista que hasta entonces no había en esta región, por supuesto que hay una gran diferencia de mentalidad entre aquellos pioneers y la población nativa de la región, constituida mayoritariamente por indígenas y mestizos. Así empieza esta dinámica de reclutamiento de mano de obra local, y por el hecho de las diferencias de mentalidad entre los pioneers yerbateros y los autóctonos, esta dinámica de explotación va a ser algo muy particular, o mejor, una de las formas de explotación más crueles de las que se tiene noticia en Sudamérica, que nada debe envidiarle a la esclavitud de mano de obra africana llevada a cabo en toda América.

La región del Alto Paraná se torna algo mítico, el “país de la yerba mate” va a engendrar un imaginario que consecuentemente hará que aparezca una literatura propia de la región, basada sobre todo en la dura realidad de trabajadores de los yerbales silvestres. Los más conocidos son la obra “El Río Oscuro” de Alfredo Varela, los cuentos de Horacio Quiroga o la película “Las aguas bajan turbias”, de Hugo del Carril (1952).

El cuadro siguiente muestra una imagen de mensú, denominación que recibía el peón rural de la región misionera; era el trabajador que recibía un salario “mensual”, una mensualidad. Hacia finales del Siglo XIX y principios del XX se produjo en el Alto Paraná el avance del frente extractivo7, en el cual la mano de obra fundamental para la explotación de los recursos de la selva (yerba mate y madera) eran los peones, que eran reclutados principalmente en el Puerto de Posadas.

Allí recibían un adelanto de su salario (dinero y mercaderías), y quedaban endeudados (enganchados) en el sistema. Los mensúes contratados tenían que trabajar –para devolver el adelanto- como tareferos, pindoceros, hacheros, urúes, en distintas empresas que explotaban las riquezas naturales. Allí no recibían dinero sino vales o mercaderías que tenían que emplear en comercios de la misma compañía. Aquellos que intentaban escapar se encontraban muchas veces con la muerte, porque eran perseguidos y ultimados a balazos.

El mensú, era generalmente criollo (de origen paraguayo o correntino) o mestizo (descendientes de criollos con guaraníes). En misiones eran enganchados por turcos en las tiendas y almacenes de ramos generales en los puertos de Posadas, Encarnación, Santa Ana, San Ignacio, y otros mediante el sistema de conchabo. Una vez conchabados, los peones eran llevados por el río a un establecimiento en la selva, y allí, mientras trabajaban, recibían mercaderías de la empresa que eran cargadas en su libreta personal, por lo que se endeudaban cada vez más, debido a los elevados precios. Su trabajo era vigilado por los administradores y principalmente por los capangas que los azotaban por incumplimientos o reclamos, muchas veces hasta matarlos. Este sistema fue avalado por el Estado Nacional a través del Reglamento de Yerbales de los años 1876 y sucesivas reglamentaciones y denunciado como practica de explotación por Bialet Massé en su informe del año 1904.8

El cuadro que sigue ilustra el medio de transporte por excelencia de un gran periodo de la historia de Iguazú y la región, el transporte fluvial o la navegación del Paraná a través de barcos de vapor.

Al finalizar la Guerra de la Triple Alianza, en 1870, la región de Misiones conformaba una zona de creciente comercio y actividad extractiva en las zonas de yerbales naturales y montes vírgenes. Es por ello que diversas compañías invirtieron en la navegación del Alto Paraná, para abastecer comercialmente los numerosos puertos sobre el río como para extraer diversos “productos del país” para comercializarlos en los grandes centros urbanos.

Así, en un largo proceso se fueron estableciendo recorridos progresivamente más regulares de barcos de vapor de las empresas de la región. Con el pasar de los años más barcos se fueron incorporando a la navegación diversos vapores, chatas y remolcadores: El Alto Paraná, Triunfo, Delicia, Toro Trieste, Feliz Esperanza, Elvira, Corneta, Lehman, El Pingo, Tesoro, Fortuna, Surubí, el Córdoba, que se hundió en el Salto de Corpus, el Lucero, Posadas, Iguazú, San Javier, Tomás Liberti, Gral. Alvear, Edelina, Anua, Dolores, Urano, Centauro, Ixión y el Ibera Correntino.

Luego vinieron los otros barcos de Barthe, y con la formación de la firma Nuñez y Gibaja fue traído el “Misionero” que se hundió en Teyú Cuaré y el “España”. Después vinieron Mola, Deimonás, Vierci, Mihanovich, Eugenio Rodríguez, Alejo Congosi, Giménez, Dodero, Quincoses, Esquivel, Dei Castelli, Tabbia, Casanova, y Alejandro Novoa y otros, con los vapores “Mbariguy”, “Niña Pancha”, “Abuelo”, “Vilia Franca” y “Vargas Gómez”.

La comunicación por tierra, con la apertura y extensión de la Ruta Nacional 12, significó el fin progresivo del transporte fluvial en esta región, entre 1960 y 1970.

El cuadro siguiente muestra a Angela Filippini, conocida como “Doña Pituka”, mujer oriunda de Villa Rica, Paraguay, que migró junto a su esposo a Puerto Iguazú, donde desempeñó una activa vida social y especialmente política. Fue militante política y accedió en 1962 a un cargo en la Comisión de Fomento de la ciudad, espacio donde desempeñó, más adelante, el cargo de como intendente interina, convirtiéndose así en una de las primeras mujeres alcaldes o intendentes de la República Argentina.

Doña Pituka Allou fue una exponente del trabajo y el rol activo de la mujer en el desarrollo económico y social de Puerto Iguazú y de la región y por ello su imagen, tallada por su esposo, el escultor Adolfo Allou, se encuentra representada en el mural.

El cuadro pequeño que sigue retrata al Guardaparque Bernabé Méndez, del Parque Nacional Iguazú, quien en el año 1968 fue herido de muerte por un cazador furtivo. El Hecho ocurrió cuando el guardaparques cumplía con su tarea de proteger la fauna y flora del parque, enfrentando a una partida de palmiteros y cazadores furtivos, presuntamente ingresados desde territorio brasileño.

En homenaje a Méndez se impuso su nombre a un salto de las Cataratas del Iguazú y en 2018 la APN produjo un documental en conmemoración de los 50 años de su muerte. Si figura representa la dedicación y profesionalismo de los Guardaparques Nacionales en defensa de la selva misionera y de la naturaleza.

Citas Bibliográficas

1 Dirección de Patrimonio Histórico y Cultural, de la Municipalidad de Puerto Iguazú. Fue creada en octubre de 2017, por Ordenanza y Resolución 45/17.

2 Según Bartomeu Meliá, “tekohá deriva de la palabra tekó, que significa el modo de ser, es el modo de ser, de estar, en realidad un sistema y sus elementos son sistémicos. El primer diccionario de la lengua guaraní, el del padre Antonio Ruiz de Montoya, Tesoro de la lengua guaraní, de 1639 –y que acabamos de reeditar en Asunción en 2011-, traduce tekó como ser, estado de vida, condición, estar, costumbre, ley, hábito, vida. Bueno…, y el ha significa el lugar donde se da este modo de ser, este modo de estar, esta costumbre. Sin tekohá no hay tekó. […] tekó es cultura en lenguaje occidental y esto se aprende, es histórico; corresponde perfectamente a la definición de cultura que tenemos ahora en antropología moderna”. Melia, Bartolomé, en: http://www.80grados.net/la-decolonizacion-del-saber-entrevista-con-bartomeu-melia/

3 Machon, Jorge, Cantero, Daniel. 1815-1821. Misiones, Provincia Federal.

4 Devoto, Franco E. y Rothkugel, Máximo. Informe sobre los bosques del Parque Nacional Iguazú. Tomo XXXVII Nro. 1-4. Extracto del Boletín del Ministerio de Agricultura de la Nación. Enero – Diciembre 1935. Buenos Aires.

5 Devoto, Franco E. y Rothkugel, Máximo. Informe sobre los bosques del Parque Nacional Iguazú. Tomo XXXVII Nro. 1-4. Extracto del Boletín del Ministerio de Agricultura de la Nación. Enero – diciembre 1935. Buenos Aires. Citado en: Fuguet, Marcelo. Recopilación cronológica de Antecedentes del Establecimiento Industrial y Forestal “IGUAZU” (Puerto Península) y alrededores. Puerto Iguazú, S/D.

6 Aranha, Bruno P.L. La explotación yerbatera en la frontera este de la provincia de Misiones • Argentina (1876•1910).                                                                                                  Disponible                                                                          en: https://www.academia.edu/18652234/La_explotaci%C3%B3n_yerbatera_en_la_frontera_este_de_la_provincia

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7 Roberto Abínzano define el frente extractivo como “la primer forma de ocupación del espacio en la región, que consistió fundamentalmente en “un modelo de ocupación y utilización del espacio y simultáneamente un sistema productivo particular, cuyas características fundamentales fueron y aún siguen siendo las siguientes: la baja inversión: las relaciones de producción precapitalistas, la destrucción de los recursos no renovables a corto plazo y su inserción absoluta en un sistema de mercado regulado desde fuera de la propia región por un capitalismo desarrollado. Los empresarios – contratistas, propietarios, permisionarios, etc.- sólo buscaban el máximo de materia bruta y transformarla in situ, en materia prima destinada a los centros extra provinciales donde recibían tratamiento industrial”. Abínzano Roberto. (1985) Procesos de integración en una Sociedad multiétnica. Tesis doctoral. Universidad de Sevilla. 1985. Tomo I, Pag 349.

8 Informe sobre el Estado de las Clases Obreras Argentinas. Ministerio de Trabajo de Buenos Aires. Disponible en http://www.trabajo.gba.gov.ar/informacion/masse/volumen1.pdf